Finanzas personales

Potencia tus finanzas con crecimiento personal

Paola Cornejo

A todos nos hubiera encantado llevar una clase de finanzas personales en la escuela, desafortunadamente cuando yo estudié y probablemente donde tú estudiaste, no pudimos recibir una educación formal y decente en este tema, por lo que nuestra base de cómo manejar el dinero se centra más bien por lo que vimos y vivimos en casa.

¿Y cómo impacta esto en nuestras vidas? Bueno, si tuvimos la fortuna de tener unos padres con muy buenas habilidades de administración y conocimientos sobre inversión y negocios, ya estamos del otro lado de la balanza. Pero si más bien somos parte del gran porcentaje que fuimos criados en un entorno donde la falta de dinero o la forma en la que se administraba no eran muy sanas que digamos, entonces hay una gran posibilidad de que nuestras decisiones actuales con el dinero sean directamente relacionadas con nuestras vivencias pasadas.

¿Qué debemos hacer al respecto para mejorar nuestra relación con el dinero?

La buena noticia es que no necesitas cursar un Máster en Finanzas para saber cómo manejar correctamente tu dinero. Esto no se trata sobre conocimientos o ser el más inteligente sino sobre habilidades blandas, y cualquier persona puede aprenderlas. Pero primero lo primero, ¿qué es una habilidad blanda?

Según el diccionario inglés Collins, las habilidades blandas o soft skills son:

“Las cualidades deseables para ciertos trabajos e independientes del conocimiento adquirido, como el sentido común, el manejo de personas y una flexible actitud positiva”.Sin embargo, si una persona no posee alguna de estas habilidades blandas, en la mayoría de los casos le es posible entrenarse específicamente para acabar adquiriéndola. También puede aprenderla de manera natural relacionándose con otras personas.

Aquí es importante aclarar que será necesario aprender dos habilidades blandas para mejorar tus finanzas: una para conseguir dinero y otra para mantenerlo. Conseguir dinero implica tomar riesgos, ser optimista y exponerte a ti mismo. Pero mantener el dinero requiere exactamente lo contrario a tomar riesgos. Requiere humildad, y miedo de que lo que has conseguido puede desaparecer tan fácil. Se requiere frugalidad (ser prudente y poco abundante) y una aceptación de que por lo menos una parte de lo que has hecho ha sido atribuido a la suerte, así que los éxitos pasados no pueden apoyarse en que se repitan indefinidamente.

Y aquí es donde el crecimiento personal entra en juego.

El lado del iceberg que es invisible para nosotros

Parecería que para mejorar nuestras finanzas tendríamos que mejorar únicamente nuestros conocimientos con los números pero en realidad nuestro mundo exterior es simplemente un reflejo de nuestro mundo interior y de cuánto hemos invertido en nosotros mismos. Esto de debe a que no tomamos decisiones basadas en la razón sino que las emociones también juegan un papel fundamental.

¿Te has dado cuenta que cuando te sientes ansioso lo que haces es querer distraerte con algo y terminas gastando dinero que no tenías contemplado? Esto es más común de lo que piensas, de hecho, a la mayoría de esos gastos nosotros le llamamos “gastos hormiga”: que son gastos pequeños que si los sumamos, para fin de año ese gastito ya no se verá tan pequeño. Ejemplo: cigarros ya sea sueltos o en caja, el café que compramos en Starbucks en vez de prepararlo en la casa o el taxi que tomamos de emergencia porque no nos levantamos temprano para el camión.

El iceberg hace referencia a que nuestro bienestar (lo que no podemos ver) determina nuestros resultados con el dinero (lo que sí podemos ver). Aquí no solo entra la salud física sino que también tenemos la emocional, mental y espiritual.

El problema radica en que si no lo podemos ver entonces va a ser difícil saber que nos está afectando. Si quieres cambiar lo visible, antes deberás transformar lo invisible. Para poder desprogramar un patrón tóxico con el dinero hay una serie de pasos que te ayudarán a lograrlo:

1. Ser Conscientes: no puedes cambiar algo a menos que conozcas su existencia.

Se trata de recordar incidentes concretos que nos pasaron y que fueron determinantes para nuestra relación con el dinero. Al inicio será un poco complicado y nuestra mente se puede estar desviando, por esa razón me gusta empezar con una breve meditación. Escoge el lugar más cómodo de tu casa, siéntate o acuéstate, no es necesario que cruces las piernas como la típica pose que nos dicen que es meditar, aquí lo importante es que estés cómodo. Puedes poner música de ambiente o de meditación y empieza a contar tu respiración hasta el 10 sin que ningún otro pensamiento se aparezca, y si se aparece vuélvete a concentrar en tu respiración hasta que termines con la cuenta. Una vez hayas finalizado esto, trata de recordar experiencias de tus padres con el manejo del dinero. Esto puede ser desde que eran tacaños y no nos compraban nada, o al contrario que gastaban mucho y al final se quedaban sin dinero. Cada uno tiene una historia específica. Descubre la tuya.

2. Comprender: entiende cuál es el origen de tu forma de pensar.

¿Cómo te afectaron esos incidentes? Puede ser que si nuestros padres eran tacaños, ahora nosotros somos los que gastan mucho dinero porque fue algo que no tuvimos en nuestro pasado y estamos tratando de recuperar esa parte que nos faltó o también puede ser que nos hicimos de la misma forma que nuestros padres inconscientemente y no gastamos mucho por temor a perderlo todo o incluso puede ser que tú tengas un comportamiento específico y tus hermanos otros muy diferentes ante el mismo suceso de tus padres. Esto nos da a entender que cada persona toma de una forma muy personal los incidentes.

3. Disociación: una vez que te des cuenta de que esta forma de pensar no es tuya, puedes separarte de ella.

Si bien, estas experiencias pudieron marcar nuestras vidas, hay una buena noticia ante esto: es posible lograr que ya no nos afecten a través de la disociación:

Separación de la conciencia de determinados contenidos mentales.

Ese recuerdo que tienes no es más que un “archivo” que esta guardado en tu cerebro y que ocupa un espacio, si ya no te sirve (o si nunca te sirvió), lo mejor es borrarlo y una forma de hacerlo es a través de las declaraciones.

4. Declarar:

Una declaración es una sentencia positiva que haces con énfasis y es en voz alta. Me gusta pensar que una declaración es una forma de manifestación, que lo que deseas conseguir ya está teniendo lugar.

Esto ayuda sobre todo para las personas que tienen mucha ansiedad. En ese caso en que la vocecita de nuestra cabeza se apodera de nuestras emociones y la percepción que tenemos sobre nosotros mismos, nos podría estar saboteando y diciendo que no tienes lo que estás declarando. Una declaración se trata sobre una postura en que la vocecita que tenemos en nuestra cabeza pueda tragarse, ya que no estamos diciendo que sea cierto ahora mismo, sino que tenemos la intención de que lo sea en el futuro.

Como toda manifestación, esto es sólo el primer paso y no tendrá resultado si no hay acción por nuestra parte.

Un ejemplo de declaración:

Lo que tomé como modelo en torno al dinero era la forma de actuar de ellos, ahora yo decido la mía.

Potenciar tus finanzas con crecimiento personal es justamente sobre lo que trata Millenarios. En mis inicios empecé con la mejor disposición de ayudar a las personas a través de planes de ahorro con protección porque eso para mí fue un detonante para mejorar mis finanzas. Sin embargo, conforme iban pasando los años, me di cuenta que un plan de ahorro no iba a cambiar los hábitos de las personas, sino que era más bien el inicio para motivar a aprender más sobre estos temas y esta plataforma está creada para enseñarles todo lo que he aprendido en mi experiencia como asesora financiera y como persona que salió de deudas de más de $100,000.

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Paola Cornejo
Asesora financiera y creadora de contenido

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